Comenzar de Nuevo

Comenzar de Nuevo

Secó el sudor de su frente mientras caminaba hacia el lago. Buscaba un lugar tranquilo para escuchar sus pensamientos y lo encontró. Vio su reflejo en el agua y se sentó a contemplar la montaña que brotaba del suelo de las tierras lejanas. La observó fijamente y admiró su imponencia. Extendió su mano, tomó una piedra y la arrojó al agua; sonrió al ver los círculos propagarse en la superficie, como si de una explosión silente se tratase. Miró a su alrededor y apreció la soledad. Suspiró.

Ahí, como todos, en el rincón del planeta que escogió para gastar sus días, pensaba. Aunque rodeado de todo, para él, la nada era su única compañera. Bueno, ella y el millón de recuerdos que llevaba consigo. Hacía meses que, cansado de pelear contra el ejército de las desilusiones, consideró rendirse. E irse lejos de todo y de todos, y pasar el resto de sus días viendo las puestas de sol en sus acostumbradas escapadas de la tarde.

Puso la espalda en el suelo y con los ojos al cielo entretejió sus manos detrás de su cabeza. Su mente le hacía ver que el peso del pasado cambió por completo el curso de su vida y le llevó a ese lugar. Pasado que pesa como pesan toneladas de titanio en los hombros de cualquiera. Se preguntaba cómo era posible que se dejara derrumbar por una batalla perdida. Cómo era posible que una historia interrumpida le hiciera perder su esencia. Cómo puede ser que su vida terminara porque alguien decidió ponerle fin a sus ilusiones. Y reaccionó.

¡Ya basta! Pensó. Todo este tiempo huyéndole a las risas. Cobijando mi cuerpo con la soledad de la noche. Escondido dentro de mi madriguera; detrás del telón de la vida, escuchando al planeta aplaudir. Olfateando las delicias en el viento sin atreverme, siquiera, a ir probar un bocado. Viendo a los días pasar. Olvidándome de mí.

¡Ya no más! Dijo, esta vez en voz alta. Y se levantó. Y corrió tan rápido como pudo, agitando el polvo del estrecho camino. La acuarela de sus ojos pintaba en su cara la palabra esperanza y sus pisadas mostraban la determinación de los nuevos inicios. Cargó consigo las fuerzas que había olvidado y decidió seguir corriendo hacia su próximo destino. Destino incierto pero, tan seguro como sus ganas de avanzar.

La suave brisa que soplaba acariciaba como seda la superficie su piel. Y vivía. Y el recuerdo trajo consigo la triste alegría de la nostalgia, y recordaba las risas de sus historias memorables. Recordó sus victorias, sus tiempos de gloria; las risas, la compañía, los sueños, la vida. Y su decisión se hizo más firme.

Y quiso tener un día más para ser tan fuerte como lo fue cuando el calendario tenía menos páginas. Para reír como lo hizo antes de que la vida le mostrara lo feroz que puede llegar a ser. No voy a perecer mientras esté vivo, se dijo al afirmar sus pasos. Voy a crear una nueva historia. Voy a hacer de mi vida la obra de arte que me detendré a contemplar cuando ya no tenga fuerzas. Me levantaré. Y si duele, aunque duela, por encima de mis barreras, voy a comenzar de nuevo.