Futuros...

Futuros...

Llegaste, me envolviste, me aferré. Te disfruté tanto que una vez creí que eras suficiente. Fue tal la porción de felicidad que cargaba, que llegué a pensar que mi inventario de sonrisas se agotaría en cualquier instante. No me daba por nada y todos se daban cuenta, hasta tú. Recuerdo tantos días que terminaron con el mismo abrazo, días en los que transitaba con mi equipaje cargado de esperanza.

Es que era tal la realidad de tu mirada que me fue imposible no perderme en ella. Incontables fueron los milagros que vi yacer bajo las marcas de tus pisadas. Era tan grata la calidez de tu compañía que me bastaba el hecho de saber que estabas.

Fueron tantas mis ganas que las distancias, por más largas, eran cortas. Recuerdo a mis pies pelear con el suelo por llegar a tu lugar. Sustituí mi mundo y todo lo que respiraba, por el matiz de tu piel y las ondas de tu pelo. Hice cosas que jamás, y nunca me arrepentí. Jugué a creer que te añadías a mi eternidad, pues pretendí que el equipo ganador había sido formado. Aunque nunca tuve nada, ofrecí todo. Te di tanto que me gasté.

Cierto día abrí mis ojos y vi que te esfumaste, que no existías; al menos no en mi universo. Dejaste en tu cuenta una deuda de besos más ciertos conflictos con las líneas de mis manos. Y mi alma, tirada por ahí en las horas de la noche, se confortaba con el ir y venir de las buenas memorias.

Qué difícil fue darme cuenta de que lo eterno se redujo a simples días de mortales. Confieso que como nunca, extrañé tu esencia. Fueron tantos mis ayes que quise volver a oír al menos otra de tus mentiras, percibir un rato más tus tan complejos celos, o sentir el sonido frío de otra de tus quejas; de al menos una. Y aquí estoy. No pierdo el rumbo porque ando con brújula y porque aún me quedan restos de esperanza.

Escuché a unos decir que corriste detrás del viento porque te agobian las largas cadenas, otros afirman que de forma sutil cesó aquello que nunca termina. Ahora sé de mentiras que para mí fueron total certeza y confirmo el peso que poseen las palabras en juego. Y sí, te perdiste en extremidades ajenas, te fuiste y quedé con ganas de futuros.