Te volví a ver...

Te volví a ver...

Tuve ganas de oírte, otras de hablarte, y una pelea constante entre un te quiero aquí y un ya no quiero verte. Dosis de silencios, evocaciones saldadas, y paseos por sitios lejanos en los que nunca estuviste. Años de olvido y días de ausencia acariciando la idea de que mi pensamiento deje de percibir la fragancia de tu existencia.

Acompañé mi soledad con amores camuflados, tuve ratos de elegancia para sobornar la pena, ríos de risas, cariños a domicilio y, unos sorbos de delicia en su forma más completa. Noches de desvelo, de ver al sol salir, de perseguir un sueño y alejarlo al mismo tiempo. Guiones acabados, luces de neón, todo un set dispuesto para sacarte de mí, y en el que consistía mi pretexto de creer que ya no estabas. Me puse ropa del más fuerte y decidí avanzar sin tu persona en mi vida; opté por no creer en la felicidad y decidí ser feliz sin ti, te obvié. Hasta que te volví a ver.

Te volví a ver cuando pensé que jamás volverías a ocurrirme, y el mismo yo que te evitaba, fue víctima de la impiedad de los sentidos. Por un momento omití tu proximidad y me excluí del espacio que te incluía.  Me rehusé a notarte, a pensarte, me aparté de la sonrisa que me regalabas y del abrazo fugaz que me recibía. Retiré de mi vista a tu mirada, a tu pelo, a ti. Pero no resistí. Destruí en un segundo la fortaleza que me protegía, eché todo a un lado y volví a observarte. Te miré fijamente y, culpándome por lo que acontecería, caí una vez más rendido ante ti.


Con las sobras de esperanza que almacenaba en mi pecho, deseché el olvido que había puesto en los años, y no pude pasar por alto el perfume de tus palabras que derretía a su paso mis pretextos de alegría. Al volver a verte, recordé que en mi realidad eres el sueño que nunca tuve, y con las ganas más tercas de cambiar tu pensamiento, sigo en búsqueda del cálido beso que jamás me diste, y de aquella eternidad que nunca tuvo inicio.