Un día o dos...

Un día o dos...

Dame un día para aliviar mis frustraciones y calmar mi ansiedad, o dos, para ver si aparece una cálida brisa que me golpee con ímpetu y me recuerde que hay que volver a soñar. Dame un día para calmar el dolor que trae consigo el haber perdido una batalla, o dos, en caso de que uno no sea suficiente para que las ganas de seguir vuelvan a ser tan fuertes como una vez lo fueron.

Dame un día en el que recuerde los obstáculos que tuve que atravesar para llegar a este sitio, o dos, a ver si logro entender que aunque no estoy donde quisiera mis pies pisan un buen lugar. Dame un día para lograr sentirme mejor con las decisiones que he tomado, o dos, para darme cuenta de que tal vez pude haber construido con mis sueños una mejor realidad.

Dame un día para pensar en lo que nunca he pensado y actuar como jamás lo he hecho, o dos, para simplemente comenzar a ser y perseguir aquello que nunca he sido. Dame un día para creer que todavía puedo seguir creyendo, o dos para, dejar de temer a los tropiezos y a eso que me quiere convencer de que debo detenerme.

Dame un día para darme cuenta de que aunque me crea extinto no lo estoy, o dos, para entender que si alguna vez tuve ganancias ha sido por el hecho de estar consiente de mis pérdidas. Dame un día para entender que un camino de éxitos está repleto de fracasos, o dos, para aprender a sacar lo bueno de todo lo malo que me sucede.

Dame un día para hablarme a mí al hablarle a otros, o dos, para optar por escribirme mientras escribo. Dame un día para recordar que mi padecimiento no es para siempre y que la soledad hasta de ella misma se acompaña, o dos, para entender que la perfección jamás sería tal sin la existencia de defectos,  para correr al viento y llenar mi tanque con aquella esperanza que insiste en gritar: “mejores tiempos han de venir”.