A veces...

A veces...

A veces me da por extrañarte, por recordar los días en los que reíamos sin control, y también los momentos en los que llorábamos juntos. Extraño esas charlas interminables, esos abrazos reconfortantes y esa complicidad que sólo tú y yo conocíamos. Me hace falta esa conexión que teníamos, esa sensación de que siempre podríamos contar el uno con el otro sin importar las circunstancias.

Pero también extraño el dolor, los momentos difíciles que atravesamos juntos. Extraño la forma en que nos apoyábamos mutuamente, la forma en que nos hacíamos sentir que todo iba a estar bien. Es extraño cómo incluso los recuerdos más amargos pueden traer consigo un sentimiento de nostalgia, como si la tristeza y la felicidad fueran caras de la misma moneda.

Extrañarte me hace darme cuenta de que algunos vínculos son tan fuertes que nunca se rompen, incluso si las personas involucradas ya no están cerca. A veces me pregunto cómo estarías ahora, qué estarías haciendo, si seguirías siendo la misma. Pero al final del día, lo que realmente extraño es la persona que fuiste para mí en los días buenos y malos, y el impacto sin medida que tuviste en mi vida.