Pedazo de Flor…

 Mis memorias me ven correr por tus calles, pedazo de flor.  Calles que soportaron mis pies por mucho tiempo, y que mencionaban tu nombre todos los días. Sobre ellas planté mi energía, conocí mis amigos, anduve con mi perro. Allí tuve mis primeras sonrisas, mis primeros rasguños y la sincera primicia de los amores inocentes.

No olvido la montaña que te observaba desde lejos; el precipicio que a mi pensar, me separaba de ella, ni el río intermitente que le atravesaba. No olvido las palmas, los árboles, los colores,  ni los vendedores ambulantes que anunciaban a viva voz sus productos y servicios.

Recuerdo tus esquinas, tu gente, mis vecinos. Las casas que recibieron mi visita y mis descalzos pies de niño. Los compañeros revoltosos y sus riñas y sus peleas, y las veces que corrí para no ser atrapado por uno de ellos. Mis pérdidas, mis ganancias. Las carreras a pie y los juegos fabricados a mano, inspirados por el infalible impulso de la carencia. Jamás olvido el roble que cobijaba las risas de mis tardes, ni el camino silente que me llevaba a la escuela.

En ti quedaron impregnados mis días de niño, los primeros sueños, las reprimendas de mi abuela. Las lágrimas que acompañaron mis caídas, las compañías que alegraron mis momentos. Mis apodos, mi nombre, mis letras, mi grupo. Las lluvias bajo las que caminé, los soles que vi, las lunas que amé.

Pedazo de flor, aunque de mí queda muy poco en ti, en mis recuerdos quedas tú como eras. En ti aprendí a ser mucho de lo que soy, aunque nunca me di cuenta. Hoy queda sólo un pedazo de ti porque te han descuidado. Sé que si te dejaran de herir y te permitieran florecer, serías más como tu verdadero nombre; no sólo un pedazo, no sólo una, sino muchas flores. Como nunca te vi, como siempre te imaginé.