Nubes Blancas
De nubes blancas se viste el cielo, y el sol. Una estampida de odas rima un cantor. Yo, con mis tragedias del día me acerco a ver, cómo se vierte su alquimia sobre su atril. Los aplausos le sustentan, y las monedas le alimentan.
Allí unos ojos anuncian que no soy yo la única alma que se deleita en su voz. No es coincidencia, es destino el que estés aquí, dije para mis adentros cuando la vi. El influjo de sus ojos se volvió parte del misterio que se coló en aquel momento y se llevó mis infortunios.
Desde mi espacio, camino a su dirección, como invitándole a disfrutarnos el show. Y yo me acerco, sin miedo a ser feliz, mientras me cubro del frío que hay en Madrid. Y escuché su voz, que dijo “hola”, y surgió calor.
Y aquel cantor se dio cuenta de que una historia comienza, y se hizo cómplice silente, mediante un guiño sonriente.