A propósito del amor...

A propósito del amor...
Photo by Mayur Gala / Unsplash

Se ha dicho tanto acerca del amor que articular una palabra más sobre él parece redundar. Muchas opiniones sobre el mismo han sido pisoteadas por estar tiradas en el suelo, otras permanecen almacenadas en las cajas fuertes del tiempo y unas, quizás más robustas y brillantes, respiran colgadas como medallas en anaqueles de exhibición.

Algunos lo tildan de síndrome ofuscado, de engañador compulsivo, enfermedad terminal, desastre natural o laberinto engañoso. Otros dicen que se trata de un cuadro que no se termina de pintar, de un mal necesario, de un libro sin letras o de una peligrosa intersección de dos grandes avenidas carente de luces que la regulen.

Unos más optimistas lo precisan de galardón invaluable, de creador de conversaciones placenteras, de lugar de descanso para el que lo habita, de encubridor de defectos, de razón de continuar. Otros de la misma forma lo señalan como inventor de abrazos, progenitor de mimos, creador de halagos y forjador de ilusiones. Sin duda alguna, las opiniones suelen ser tan autónomas, personales y diversas que tal vez existan infinitas de ellas.

En ocasiones, se ha dicho que el amor es más aquella firme decisión de permanecer cerca alguien sin importar las situaciones que el tiempo improvise. Que es ofrecer sin pretender que se realice un intercambio. Que es una amplia carretera de dos vías donde es necesario conducir con minucioso cuidado. Que es aceptar, comprender, tolerar, soportar, abrazar, confiar, perdonar, escuchar.

¿Será que el amor no es un simple sentimiento, sino una firme decisión que involucra sentimientos? En realidad no es un secreto que los sentimientos son pasajeros, que existen por un instante y en otro se esfuman. Pero el amor, según aquel famoso poema y aquellos que lo respaldan, es “perenne como la hierba”, siempre está, no termina.

Es posible que este “laberinto” por el hecho de acarrear tantos elementos consigo a veces asuste; tanto que algunos lo ven como un atentado a la independencia del ser. A pesar de esto, es evidente cómo gran parte de los que respiran, aun con sus caídas y sus memorias marcadas, pululan por ahí siendo persistentes en tratar de chocarse con este “síndrome”. Otros, que alguna vez se vistieron de cazadores de tesoros, cansados de colisionar con espejismos que los convertían en víctimas de sueños idealistas y de realidades distorsionadas, decidieron dejar de creer, bajar sus armas y rendirse.

Con todo esto, el amor es uno de esos entes que no pasa desapercibido, es como una de esas noticias de las que es imposible no enterarse. Está en todos lados, es tema de conversación y de una u otra forma, todos lo viven, algunos en pares, otros en soledad; unos lo veneran y lo exaltan mientras, otros lo acusan de villano.