Aquí me quedo…

Aquí me quedo…

Por un descuido del tiempo salí a tu encuentro. Seguí el viento detrás de la libertad y me acercó a ti. Tomé el paraguas y salí. Marqué mis huellas en el camino como queriendo dejar atrás las cosas que me ataban. Entonces llegas. Y te quedas mirando mi rostro como si me conocieras, como si supieras quién soy. Como si mi olor por alguna razón no fuera ajeno a tus sentidos.

Tomé el tren hacia lo desconocido y ahí estabas. Pasabas desapercibida entre la multitud que imperaba y la timidez de tu voz fue la música más dulce que mi oído jamás oyó. ¿Seré yo, o es cosa del destino? Ya ni siquiera sé si quiero preguntarme más. Ahí estás, detrás de unos pensamientos utópicos y unas ganas de sobrevivir. Queriendo saber si los daños en el lado izquierdo del pecho no pasarían en vano.

Yo, con la ilusión en mis manos partí hacia el horizonte, y antes de llegar al norte, de la nada, apareces. Y entre tus cejas vi que me veías de nuevo, apelando al consejo de los intentos fallidos. Encontraste un tórrido nido en este inmenso desierto que sueña con el oasis de las posibilidades. Con tu imaginación pintaste futuras realidades, en el lienzo de la vida que comienza y no termina.

Decidí ir hacia arriba para ejercitar mis alas y aunque me aferré a mis llagas, sin tocarme, las curaste. Lograste despertarme de mi letargo, sin prisa. Y cuando la brisa se detuvo nuestras miradas coincidieron y una orquesta interpretaba su sinfonía de ilusiones. Y los corazones latieron. Y los latidos hicieron que quienes tocaban los tambores se detengan a escucharlos. Y sus aplausos se hicieron una señal de victoria.

Detenido. Me escondí detrás de la nada para que puedas mirarme y toqué, muy despacio, tus dedos con los míos. Me sonrojé, te sonrojaste, y reímos. Tanto andar detrás del viento para encontrarte conmigo, dije para mis adentros al sentir tu suave tacto. Si hubiera existido un mapa que me marcara tu destino, habría de evadir caminos que llevan a ninguna parte. Pero por más magia que arte ya finalizó mi viaje. Aquí me quedo, sin miedo, en el espacio en que te encuentras. Invento versos y letras para ver si te describo, pero no existirá poema que se compare contigo.